miércoles, 22 de abril de 2015

El Duelo por un ser querido


Últimamente he tenido que trabajar en un tema del cual regularmente no queremos hablar y es el de la perdida de un ser querido, perdida que si adicionalmente implicaba el vivir lejos nos lleva a vivenciar un sin sabor marcado por un sentimiento de pena, nostalgia eterna y el temor, nunca expresado ya desde hacia tiempo, de estar ante la posibilidad de no volver a ver nunca más a uno de nuestros seres más amados.

Una perdida es siempre dificil de sobrellevar, no importa la edad o el sitio que esta persona ocupaba en nuestro corazón, psicológicamente el hecho de aceptar emocional y racionalmente la realidad irreversible de la partida de uno de los nuestros es siempre muy dificil de asimilar, nos aflige y causa un dolor indescriptible especialmente cuando nos vemos involucrados en la perdida de un ser querido de forma intempestiva, logrando truncar sueños, proyectos y demás. El deceso de un familiar o un amigo puede adicionalmente generar ira, retraimiento, desesperación e incluso desesperanza ante un hecho que por más que deseemos no podremos volver atrás.


De allí la importancia de elaborar nuestras fantasias, emociones y sentimientos a través de la comunicación, los rituales y las costumbres que adquirimos para tal efecto en cada una de nuestras culturas desde que eramos solo unos niños, cuando se nos enseñó desde el punto de vista simbólico a elaborar las situaciones cotidianas de la vida en un intento por recuperar con el tiempo la estabilidad emocional.

Es importante entonces, reconocer la necesidad de compartir nuestros sentimientos y pensamientos con otros, llorar por el ser querido e intentar visualizar el nuevo futuro sin la persona que ya no está. Recomiendo también, si eres tú quien vive lejos, tomarse un tiempo para regresar al espacio original de convivencia con todo lo que significaba el entorno familiar. Recuerda que el aislarse o intentar recobrar la vida cotidiana de un momento al otro como si nada hubiese ocurrido no es la mejor manera de aceptar la realidad, debemos aprender a decir adiós en concreto para lograr así también un día recobrar nuestro bienestar.


Siempre es cierto que un duelo conlleva sentirse decaído, culpable, sin aliento, con perdida del apetito, insomnio y falta de motivación ante la vida en un primer momento pero hay que prestar atención cuando las emociones se tornan ambivalentes, el sentimiento generalizado es de soledad y se busca un aislamiento excesivo y recurrente o de igual forma si por diferentes motivos nos hemos visto expuesto a la ocurrencia de duelos repetitivos en periodos cortos de tiempo o se termina asumiendo una culpa indirecta sobre el hecho o se tienen problemas de salud física o mental.

Estos últimas posibilidades pueden requerir el acompañamiento de otros miembros de la familia o de un especialista que nos permita con el tiempo ver todo de nuevo de una manera más clara y optimista porque debemos ser conscientes de que aún quedan personas en nuestra cercanía que esperan poder contar con nuestro apoyo, cariño, soporte y compañía por mucho tiempo más.




+Mónica Riveros
www.online-psicoterapia.com
@Psico_Migrante

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