viernes, 6 de diciembre de 2013

Sutiles efectos secundarios




Una de las comentaristas del blog anterior me ha dado tema para esta tercera entrega, y la voy a dirigir hacia algunos efectos secundarios psicológicos y otros fisiológicos de la migración.

Para comenzar, quiero exponer un contexto bastante curioso y es como puede ocurrir que algunas veces desde el principio, aún cuando no siempre, nos encontraremos con algunas barreras que se daban en nuestros países de origen y que han cruzado fronteras, lamentablemente, algunas de ellas son por ejemplo, el mantenimiento de las estratificaciones sociales, los esquemas de poder, el individualismo, la xenofobia, la discriminación y el temor o recelo hacia lo y los desconocidos, estas barreras no son solo inherentes a nuestra cultura latinoamericana sino que también fluyen por doquier.

Muchos hubiesemos querido encontrarnos al ingresar al país de acogida, con gente amable, alegre, colaboradora o de buen corazón, pero estas características no las vamos a encontrar siempre y desde el primer momento a flor de piel en el nuevo país; así que déjenme aconsejarles que se debe estar preparado para lo que pueda ocurrir.

Muchos migrantes me han contado como fue su primera experiencia con la policía de migración, con su familia política, con el vecino o hasta con un chofer de un bus y aquí el consejo es que lo importante a ese punto es que no lo asumas como un asunto personal, piensa que tienes en frente un personaje que está cumpliendo con su deber para bien o para mal y nada más.

Claro! sé que estarás pensando que estas barreras universales influyen y disminuyen nuestra energía positiva o que pueden hacernos sentir impotentes al querer interactuar, todo eso es verdad! y si adicionalmente, le anexamos que  ya para muchos de nosotros es bastante difícil intentar hablar en otra lengua pues la energía queda algunas veces disminuidas a su menor expresión. 

El problema a este punto es que, para algunos de nosotros desde pequeños, nuestros propios compañeros o profesores de escuela se encargaron de coartarnos la libertad de expresión en otro idioma por las burlas ante la fonética o la dicción, dando paso a las “taras“ que hoy en día se hacen difíciles de olvidar.

Pero, día a día me pregunto, cuántas veces he visto a un norteamericano o a un europeo que se ha dejado amedrentar por el mismo hecho? y considero que la respuesta es prácticamente, a ninguno! Entonces, qué sucede con muchos de nosotros? pues que nos grabaron en el disco duro una frase que nos ha estado causando mucho daño durante largo tiempo y es aquella de “no deber hacer perder el tiempo a los demás“, y lo peor de todo es que algunas personas en otros países receptores malinterpretaron nuestra gentileza y consideración y esperan que los latinoamericanos nos ciñamos a sus reglas comunicativas así, sin más ni más. 

Por eso, a partir de hoy debe quedar claro que es necesario romper ese círculo vicioso muy a pesar de que también con ello los locales nos están dando a entender que nos consideran competitivos y dignos de confrontar y que por lo menos no entramos dentro de la lista de los migrantes que los receptores consideran que “es mejor dejar así pues no les van a entender“. Así que la próxima vez que quieras hablar en otro idioma, hazlo con mayor libertad, tómate tu tiempo y ya verás que fluirá!

Te propongo un juego, cambia tu habilidad de hablar perfectamente en otra lengua por la habilidad de poderse expresar aún cuando sepas que te puedes equivocar, este juego tiene un soporte científico que consiste en observar cómo aprenden los niños a hablar en diferentes idiomas y está corroborado que lo hacen intentando llevar palabras de un idioma a otro, jugando con ellas, asociándolas, escuchándolas y reutilizándolas una y otra vez.  Los niños no temen hablar en diversos idiomas, hacen sus propias palabras y reglas y construyen su propia gramática en principio sin temor al que dirán.

El hablar una lengua, al igual que otros miedos que conviven en cada uno de nosotros son aprendidos; le tememos a la oscuridad, a perdernos, a enfermarnos, a la muerte, a no superar una caída, al qué dirán y mil cosas más. Has visto por casualidad el film “la vida es bella”? no crees que de eso se trata la mayor parte de las cosas, de cómo las vemos? Ten presente que como migrante, debes aprovechar para bien y con mayor tranquilidad el inmenso estado de libertad que has adquirido con este cambio existencial.

Desde mi propia experiencia me ocurrió que mientras aprendía a leer los códigos de comunicación de mi nuevo país la primera vez que migré, llegué a temer tomar el tren equivocado o tropezar con alguien que quisiera tan solo conversar, desarrollé algo muy parecido a una agorafobia, que es el temor a estar en espacios abiertos que se podían salir de mi control, con ello, terminé por optar en realizar únicamente las diligencias que me obligaban a desplazarme hacia un lugar especifico y nada más, me dolía el estómago cada vez que alguien se detenía para preguntarme algo o yo por fuerza debía hacer una pregunta a los demás. 

Esta situación me tomó un par de meses hasta que tuve que aprender a comenzar a comprar en los mercados, a transportarme en el  tren, a congeniar con los vecinos, y a este punto si te preguntas por mi parte laboral, entonces déjame felicitarte si tú lo lograste desde un comienzo, a mí me costó un buen tiempo entrar en ese círculo, pero sí, tienes razón, en ese nuevo espacio, ni que nos dé de que hablar.

Con lo anterior, hago mención a la necesidad de hacerle ver a los que apenas están pensando en migrar o los que ya lo hicimos y llegamos a pasar por esa situación, que en nosotros está el ayudar a los recién llegados a superar prontamente dicho momento. Mientras mas tiempo nos tome confrontar la situación, más rápido se presentarán otros mecanismos de defensa, las enfermedades colaterales, el desabastecimiento, la depresión y los deseos por regresar.

Al igual que mi agorafobia, muchos otros migrantes han mencionado también otra serie de sintomatologías relacionadas con su proceso migratorio como son la migraña, el dolor abdominal, el dolor en las articulaciones,  el insomnio, la depresión, la nostalgia, la desilusión, la rabia y un sin fin de patologías que si has tú llegado a experimentar, las debes comenzar a trabajar, no olvides que tú mismo eres tu mejor médico pero que al recurrir a un profesión de la salud, él mismo debería hacerte referencia a las posibles implicaciones fisiológicas y psicológicas que estas situaciones tienen con tu proceso migratorio y con ello no me refiero solo al proceso que pudo acurrirte tan sólo durante los primeros tres meses del proceso, también hago alusión a sintomatologías que pueden presentarse u  ocurrir ante una nueva posibilidad laborar, un problema de pareja, unos hijos en edad adolescente, una separación, un duelo, un retorno forzado o no, los ciclos vitales del ser humano en los migrantes pueden afectar aún más y en cada una de estas situaciones es posible que te encuentres poniendo a prueba nuevamente tu proceso de integración y readaptación.

Entonces, aquí lo importante es ser consciente de la posible relación que pueda tener una enfermedad con el proceso migratorio, se debe intentar trabajarlo, compartirlo y hablarlo. Esa sí es, déjame decirte, una muy buena habilidad de los latinoamericanos, nosotros “compartimos” y como en las matemáticas, dividir implica sustraerle a la unidad, los latinos sabemos transmitir y sobretodo escuchar, aprovecha esa gran habilidad y te darás cuenta que no estás sólo, que como tú y como yo, somos muchos los que decidimos tomar el camino de la migración y que al buscar apoyo encontraremos que las afecciones fisiológicas y psicológicas son más tolerables y que tienen mayor capacidad de intervención.

+Mónica Riveros