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jueves, 15 de septiembre de 2016

Todo depende del cristal con el que se mire y nada más.

Hoy quiero dedicar esta entrega al tema de la percepción debido a lo interesante que me parecieron los resultados de un estudio difundido en días pasados sobre un tema relacionado con lo fácil o lo difícil que es hacer amigos en otros países y allí se proponía un ranking entre los cuales la mayoría de los países latinoamerianos ocupan los primeros lugares, esto no es noticia nueva, pero sí me sorprende que al final de la lista se encuentren países como Chile, Suecia o Suiza mientras se salvan dentro de los primeros 30 una serie de comunidades que considero a mi parecer son menos amistosas que las finalmente mencionadas en la lista.

Yo podría poner a consideración de ustedes el que quizás mientras en algunos países la gente sonríe y ofrece una "seudo-amistad" especialmente con la idea de sacar el mejor provecho vender de la estadía del extranjero y su dinero, también existen otros países donde se tarda en conocer a la gente local pero que cuando ellos nos conocen, nos tratan como un par que debe ganarse su lugar a pulso como todos los demás, en donde la vida fluye, te dejan ser, vivir y participar, países donde un día te levantas y te das cuenta que tus vecinos te aprecian, te respetan y valoran por lo que eres y nada más y que existe un sentido real de comunidad.


Yo me pregunto, si hoy ocurriera una catástrofe en tu país de residencia y quedaras en mala situación, tus vecinos te socorrerían de verdad o serían los primeros en abandonarte a tu suerte a pesar de saber que estás allí desprotegido, sin un centavo y necesitando una ayuda real. Pienso yo que es injusto pensar que esto ocurriría en Suiza, Chile, Bélgica, Italia o Reino Unido que ocupan algunos de los últimos lugares de la lista mientras realmente pensando en ese escenario no quisiera encontrarme en algunos países que se encuentran entre los 20 primeros de la lista así sin más ni más y que conste que la lista habla de "los mejores y los peores países para hacer amigos" y en ningún momento haciendo alusión a la cantidad de tiempo para crear o generar la relación sino el hecho en general.


Para mi un amigo es una persona con la que me siento bien, sin sentirme más o menos, alguien en quien puedo confiar al 100%, quien me regale una sonrisa sin esperar absolutamente nada a cambio, donde se me trate como a un par y con respeto, por ello, lo más importante es escoger muy bien ese país a donde queremos viajar y por que no, un día decidir radicarnos quizás para siempre buscando nuestra felicidad.

Amo Colombia, amo el país helvético y creo que sé lo que de ellos puedo esperar como en cualquier relación de amor y/o amistad, por eso mi consejo es buscar un punto de reconciliación con los que te rodean, encuentra la belleza que hay en ellos, ofrece lo mejor de tí y encontrarás. De no ser así, recuerda que el planeta te ofrece cientos de posibilidades y recuerda que debes estar en donde está tu felicidad.


Fuente de los resultados retomados en:


http://www.abc.es/sociedad/abci-paises-mundo-donde-mas-facil-hacer-amigos-espana-ocupa-puesto-12-201609041847_noticia.html

Hasta la próxima

+Mónica Riveros
psicóloga clínica
www.online-psicoterapia.com


jueves, 18 de agosto de 2016

Adaptándose de nuevo al segundo hogar

Hoy escribo desde esa, mi segunda Patria, el lugar lejano pero que siento propio a pesar de que allí no radican mis padres ni hermanos, no es el lugar donde nací y crecí pero que me acogió hace doce años con cariño y donde nacieron mis hijos y considero mi segundo hogar.


Regresar a Suiza después de vivir tantos años fuera, provoca una sensación algo extraña, pues aún cuando conocí a mucha gente aquí en el pasado, esas relaciones se tornaron con el tiempo en parte de mis redes sociales "virtuales" y ya no más reales, por ello, es extraño alzar el teléfono para hablar con alguien a quien solía escribirle por whatsapp o quedar en tomarse un café con quien acostumbraba a intercambiar historias por el facebook.

Hoy encuentro que las leyes son más rigurosas para los extranjeros y esta vez las posibilidades de reconocimiento profesional son más difíciles que entonces y que no tengo la más remota idea de lo que podría llegar a ocurrir en mi futuro laboral real, gracias a Dios los cimientos de mi realidad profesional y personal quedan y continúan sólidos a nivel virtual.


No voy a negar que extraño algunas cosas de la tierra norafricana donde estuvimos radicados durante los últimos cuatro años largos y eternos, donde ví pasar varios de mis mejores años sin más ni más, de allí, extraño las especias, algunos aromas, los atardeceres hermosos que aprendí a disfrutar, el vivir al pie del océano Atlántico y el horizonte de las carreteras infinitas que llevaban hasta el Sahara y más allá. Pero es también un bálsamo regresar a un país con el que comparto el respeto por el otro y por las cosas, donde la gente sonríe y es amable todo el tiempo tan solo "porque sí", aquí se valora por lo que se es capaz de hacer y por quien eres sin importar cultura, raza, género o religión.

No es fácil tampoco regresar al alemán, a la vida de ama de casa y al agendarse con meses de anticipación, ya vendrá el invierno inclemente que me hará extrañar el eterno sol que resplandecía en Marruecos casi todo el año pero en ese momento haré uso de toda mi resiliencia, de todas mis virtudes otra vez y aprenderé a gozar el fresco olor de una mañana de invierno, del sonido de las campanas que permiten reconocer el ganado, de las largas noches iluminadas, del mercadito de navidad y hasta de ver nevar.


El ser migrante me enseñó a tomar lo mejor de cada lugar y poder ofrecer en la medida de lo que cabe, lo mejor de mí a los demás. En Colombia disfrute durante los primeros cuatro años lejos de Suiza y de regreso a mi hogar, de la alegría de mis compatriotas, del calor de mi gente, de los abrazos de mi madre, mi padre, hermanos y amigos por igual y del poder hablar en mi hermosa lengua materna, el español.

Luego Marruecos me enseño durante los siguientes cuatro años, sin quererlo, a ser tolerante con la diversidad, aprendí a ser parte de la minoría religiosa, cultural, de género e ideológica y aprendí a vivir de cierta forma en soledad.


Mis hijos a su corta edad ya han atravesado por escolarizaciones en español, fránces, inglés y actualmente deben enfrentarse a una nueva y prácticamente desconocida lengua, el alemán, pero la vida les ha enseñado también a ser fuertes y a sobrellevar de la mejor manera los nuevos retos por difíciles que ellos se tornen, esa es la mayor habilidad que les podemos ayudar a desarrollar. Así sin casi darse cuenta, la universidad de la vida les está otorgando su enseñanza más importante, la del equilibrio, el compromiso, la capacidad de superación, la valoración, la creatividad, la responsabilidad, el optimismo, la independencia, la disciplina, la tolerancia y la capacidad de afrontamiento ante las dificultades que el ser migrante puede traer.

No son días fáciles pero sí de mucho aprendizaje que hay que aprovechar, la marea es alta pero veo que traerá mucha alegría y tranquilidad de nuevo a nuestro hogar. Suiza es un país lindo lleno de gente multicultural donde todo el mundo vive su vida con felicidad.

Con muchas expectativas entonces, me despido por el momento y ya les mantendré al tanto de este nuevo proceso de reintegración que conlleva tantas implicaciones psicológicas también.

Con aprecio,

+ Mónica Riveros
www.online-psicoterapia.com






jueves, 17 de abril de 2014

El desarraigo y/o la adaptación

El tema del desarraigo, se escucha por doquier cuando se habla del tema migración, y es definido como una extracción de raíz de un territorio propio o como la falta de interés hacia el entorno donde se habita actualmente, y viéndolo así, las dos definiciones son aplicables a nuestra realidad ya que con ello se genera un desconcierto y una falta de control sobre el entorno tanto de origen como de acogida.
El desarraigo como tal, comporta tres aspectos, uno el social que se haya relacionado con nuestras redes de apoyo, dos, el cultural que ha moldeado nuestra identidad y tres, el físico que se haya relacionado con nuestras sensaciones y percepciones hacia nuestro lenguaje, música, alimentación, paisajes y personas, entre otros.

En el desarraigo, los sentimientos e imaginarios hacia nuestro país de origen se plantean conflictivos, ya que, la identidad propia se encuentra basada en una cultura específica, un lengua, una religión y un sistema social particular que se debe enfrentar a un territorio nuevo y desconocido con costumbres, normas y paisajes diferentes.
Se añora el territorio de origen pero a la vez se intenta lograr echar raices, corriendo el riesgo de que nuestra buena voluntad puede llevarnos al punto de perder nuestras verdaderas bases personales en un intento por asumir una identidad que estaría referenciada únicamente en las costumbres del país de acogida, asunto al que yo considero y denomino realmente “aculturización“.

Aquí, son muchos los especialistas que han partido de la definición del proceso de asimilación como la fusión personal en una vida cultural común, asumiendo principalmente la nueva cultura local, especialmente en sistemas que esperan que el recién llegado renuncie a su anterior cultura ajustándose al comportamiento y pensamiento de los demás.
Aculturación que visto desde este punto, yo considero riesgoso pues el proceso de “Adaptación“ no se haya compuesto solamente de la posibilidad de “asimilarse“ sino también como de la posibilidad de “acomodarse“. El término ¨Acomodación¨ me parece más interesante, al encontrarse determinado por el aporte que puede ofrecer nuestro modelo cultural, vínculo afectivo, creencias, valores y pautas de vida al sistema de acogida, dándonos a su vez, la posibilidad de apropiarnos de lo mejor que nos ofrece el terreno local, sin recurrir a una “aculturación“ y a una “asimilación“ que genera crisis de identidad, acompañada de baja autoestima y falta de autodeterminación y pertenencia personal.


Ahora bien, también es cierto que el migrante puede escoger entre: separarse, manteniéndose única y exclusivamente dentro de los parámetros de su cultura de origen; asimilarse, identificándose únicamente con la cultura de acogida y dejando atrás su cultura tradicional; marginarse, rechazando tanto la cultura de origen como la de recepción; o integrarse, logrando basar su adaptación en ambas culturas ideológica, familiar, social, política, tecnológica, económica y espiritualmente.

Con ello quiero decir que lo interesante es que cada uno de nosotros está en libertad de escoger el camino que considere le gusta más pero que a su vez, debemos asumir las implicaciones que cada una de estas posibilidades conlleva dentro de la búsqueda de nuestro propio y personal bienestar.

+ Mónica Riveros