jueves, 23 de enero de 2014

Los siete duelos


No quería comenzar con otro tema “no tan positivo“, pero me sentí tentada al ver que últimamente están circulando tantos artículos que han puesto de moda la numeración, entonces se me antojo el asunto numérico para titular esta entrega y por ello escribiré hoy sobre las fases y los siete tipos de  duelo que propone el profesor Achoteguí.

Para ello, partiré de la definición de “Duelo“ como el proceso de adaptación personal ante una perdida, duelo que para muchos de nosotros pudo comenzar a presentarse como anticipatorio, al saber con antelación a nuestra partida que deberíamos dejar lo nuestro y a los nuestros, este proceso en verdad no es fácil y menos si las situaciones que deberemos afrontar incluirán el no retorno,  la posibilidad de dejar atrás algunas personas que muy posiblemente no volveremos a ver o el enfrentarnos mas adelante a algunas diferencias culturales, políticas, lingüísticas o religiosas muy diferentes a las propias.

Una vez aterrizamos en el nuevo país, pasamos entonces del duelo anticipatorio a trabajar en nuestro duelo “esperado“, el cual se toma entre uno y dos años y es allí donde se dan los procesos de confrontación de la realidad más profundos y dolorosos. 

Este duelo nos llevará a vivir fases  como la negación, en donde muchos pensarán que regresar pronto al país de origen es o será la mejor alternativa, una vez superada esta etapa, podrá presentarse la rabia, vista como el malestar y el inconformismo hacia la sociedad receptora; en tercer lugar, la negociación en un intento por asumir lo mejor de cada cada cultura (la de origen y la de acogida) para no hacer más dificil el proceso,  pasando luego quizás y no siempre, por la fase de dolor o tristeza que nos conlleva el hacernos finalmente a la idea de establecernos en este lugar y finalmente la aceptación de lo que en parte nos ha deparado la vida y de lo que en parte hemos sabido escoger para nuestro propio futuro y bienestar.

Lo esperado desde el punto de vista psicológico es que este duelo se lleve a cabo dentro de las fases que te mencioné, si ya llevas muchos más años y no has superado algunas de estas etapas, podrías estar confrontando un duelo crónico o un duelo congelado, en donde se  han inhibido las emociones o posiblemente reprimido los sentimientos pero los cuales aconsejo realmente deben ser compartidos con otras personas para evitar mayores contratiempos después.

Adicionalmente a estas fases, que de hecho ya son toda un proceso; los migrantes nos vemos confrontados a realizar diferentes tipos de duelos y pienso que los investigados por el Doctor Achotegui (2002), son bastante claros y precisos:

1. El duelo por la familia y los amigos, ya que al dejarlos en el país de origen, los migrantes somos embargados por una nostalgia de perdida parcial mas no total y mucho menos definitiva.

2. El duelo por la lengua, uno de los más complicados pues está siendo el pensamiento codificado continuamente por nuestra lengua materna y el dejar de contar con este básico pero primordial recurso es lo que podría en muchos casos estar afectando la manera de acomodarnos con el mundo. Y digo acomodarse porque del apredizaje de esta otra lengua (la local) depende en parte crear una red social con los locales, reafirmarse como persona en el nuevo contexto, lograr conseguir un trabajo que este a la altura de nuestros conocimientos, e incluso posicionarse de una manera u otra dentro de un nuevo entorno vital.

3. El duelo por la cultura, ya que cuando nos radicamos en otro país deberemos reconsiderar muchos estereotipos, hábitos y valores tanto propios como ajenos logrando redefinir constantemente nuestra personalidad.

Aquí es donde le propongo especialmente a quienes quieren conformar una pareja binacional basada en culturas diversas, la posibilidad de negociar sus diferencias antes de tomar una decisión tan importante como lo es la de formar un hogar y/o determinar un país para residenciarse, pues finalmente, siempre llegará un día en el que se deberá confrontar la realidad.

4. El duelo por la tierra, los olores, los colores y la geografía misma, queda claro que no es el mismo sentimiento de nostalgía el que embarga a quien a nacido a la orilla del mar, que de aquel que nació en las montañas o en un pueblito o en la gran ciudad.

5. El duelo por el nivel social, sin importar en que condición se migre a menos que haya sido con la certeza de un trabajo seguro, todos nos vemos avocados a retroceder en nuestro estatus social, bien sea por carencia de conocimiento hacia las costumbres locales o con respecto a la lengua que allí se habla, el costo de vida, o la disminución de nuestras redes sociales, todos los factores son determinantes a la hora estatégica de poderse desenvolver  sin mayores contratiempos en otro país.

6. El duelo por el grupo étnico, ese grupo en el cual eramos reconocidos e identificados, mientras que al migrar a nuevos territorios, nuestra identidad se ve menoscabada e interrogada sobre, quiénes somos, quién es el otro y quién soy yo? 

7. El duelo por el proyecto migratorio que quizás muchos habían idealizado y que no se ha podido cumplir o que por situaciones externas podría llegarse a truncar.


Con lo anterior, queda claro que para los migrantes no existen los cierres o duelos definitivos y que hay que aprender a sacar lo mejor del “aquí y el ahora”, aprendiendo a valorarse a si mismo, a ser independiente y a no dejar que las vicisitudes de la vida nos atormenten física o ideológicamente más.

Con ello quiero decir que estas fases y tipos de duelo son normales y que es necesario sentirlos, vivirlos, confrontarlos y elaborarlos de manera consciente para que se puedan superar.

Fb. Latinoamericanos en Europa
@psico_migrante
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+Mónica Riveros

viernes, 10 de enero de 2014

Renovación

Quisiera comenzar esta nueva y quinta publicación con la siguiente reflexión, en mi opinión a diferencia de los NO migrantes que pueden llegar a sentir en algún momento que sus vidas no van hacia ningún “lado” o que pueden llegar a sentirse “vacíos”, NOSOTROS, los migrantes del mundo, hemos aprendido a comprender toda la riqueza adquirida desde nuestros primeros años de infancia hasta el valor existente en cada pequeño detalle de la vida que estamos viviendo incluso en este mismo instante.

Por ejemplo, para mí personalmente, el hecho de estar radicada actualmente en un país en el norte de África, me permite valorar a cada instante la posibilidad de poder continuar mi vida y la de mi familia en dos o tres años dentro de un espacio cultural, laboral y religioso bastante similar al de origen, nuevamente en el centro de Europa.

Esta posibilidad de valorar las cosas, la vida y las personas es el motivo de esta nueva entrega, la época de recogimiento de fin de año, me permitió recordar lo que significa tener buenos amigos, alguien con quien poder compartir todo lo mejor de ti mismo, una persona de quien recibir un abrazo, quien te ofrezca un hombro para llorar y pueda ser todo oídos para colaborarte o con quien puedas reírte de corazón.

Hace tan solo casi tres semanas cuando regresé a Suiza, al hacer equipaje y tener en cuenta que solo es permitido llevar consigo los famosos 23 kilos, recordé obligatoriamente la primera vez que en tan sólo 70 kilos tuve que cargar con mis recuerdos de 30 años de vida, todos mis afectos y todo lo vivido para bien o para mal, dejando la hermosa latino América a miles de kilómetros de distancia.

Durante estos 20 días en Suiza, fue muy interesante ver como cada uno de los viejos amigos latinoamericanos, habían logrado con el tiempo comenzado a fortalecer sus raíces en este país lejano y logré concluir que la naturaleza es sabia y continua su curso muy a favor nuestro ya que si eres migrante y has logrado establecerte por un espacio superior a dos años en un país ajeno al de tu origen (así prácticamente no te muevas), comenzarás a hechar raíces y observé que si no tendrás que cambiar una y otra vez de país nuevamente, entonces lo que te depara el futuro será ya bastante positivo así que no te desanimes!         
             
Este tiempo de recogimiento, como lo mencioné en el último blog, nos permitió a todos pensar en los propósitos para el año nuevo, lograr compartir las inquietudes con otros compatriotas y una vez más se dio la posibilidad de recordar que se debe estar dispuesto a confiar en si mismo y  en los que te rodean, que muy seguramente no será fácil, que se desfallecerá un par de veces en cada intento pero que se debe tener la capacidad de volver a levantarse.

Entonces, tómate tú también un tiempo para analizar la interpretación que estás haciendo de las cosas, muchas veces es más complicada la interpretación que se hace de los hechos que los hechos mismos, revisa tus valores continuamente, desahógate con las personas que consideren son de tu confianza, trata de evitar actividades que te impidan tener tiempo para tí, para tu pareja y/o tu familia, saca el buen humor como posible alternativa ante las situaciones difíciles, mantén siempre tu autoestima en alto, admite la crítica y si tienes algo de tiempo medita y descansa.

Para lograrlo se debe comenzar reconociendo aquellas cosas o personas con las que se puede contar según lo permita el contexto y deja todo aquel equipaje que signifique sólo sobrepeso en este largo viaje. 

Imagina que eres un avión de una prestigiosa aerolínea, llevas las sillas contadas y cada uno de tus pasajeros tendrá derecho a cargarte con solo cierta cantidad de peso, tu escoges la ruta,  el horario, tu copiloto y el equipo de auxiliares de vuelo, igualmente, el retardo que estás dispuesto a aceptar para comenzar la ruta de este año, revisa los protocolos para casos de emergencia, ponte el uniforme, las gafas oscuras, evalúa el panorama, escoge la ruta adecuada y por ahora no me queda más que desearte un feliz vuelo 2014.

Hasta la próxima en 15 días!